En el mundo inmobiliario, las funciones y responsabilidades pueden parecer similares a simple vista… pero no lo son. Un administrador de fincas y un gestor inmobiliario trabajan en el mismo sector, pero tienen objetivos, competencias y marcos legales muy distintos.
Si alguna vez te has preguntado a quién llamar para resolver un problema en tu comunidad o quién es la persona indicada para vender tu piso, este artículo te despejará las dudas.
Administrador de fincas: definición y funciones principales
El administrador de fincas es el profesional encargado de la gestión y administración de comunidades de propietarios y, en algunos casos, de inmuebles en alquiler. Sus funciones están reguladas por la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) y, normalmente, actúa como enlace entre los vecinos y los servicios necesarios para el correcto mantenimiento del edificio.
Entre sus tareas habituales están convocar y asistir a juntas de propietarios, redactar actas y custodiar la documentación oficial, gestionar cobros y pagos de la comunidad, contratar y supervisar servicios de limpieza, mantenimiento o reparaciones, y velar por el cumplimiento de la normativa vigente.
En resumen, su rol se centra en la gestión interna y administrativa de un inmueble o comunidad, más que en operaciones comerciales de compraventa.
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Gestor inmobiliario: un perfil más comercial
El gestor inmobiliario es, esencialmente, un profesional enfocado en operaciones de compraventa, alquiler y comercialización de propiedades. Su ámbito de trabajo se centra en conectar a propietarios y compradores o inquilinos, y su éxito se mide por la capacidad de cerrar operaciones de forma rápida y beneficiosa.
Sus funciones incluyen la captación y valoración de inmuebles para venta o alquiler, la elaboración de estrategias de marketing inmobiliario, la organización de visitas y negociación de ofertas, el acompañamiento en todo el proceso de firma de contratos y escrituras, así como el asesoramiento sobre precios, tendencias de mercado y rentabilidad.
A diferencia del administrador de fincas, el gestor inmobiliario no suele tener obligaciones legales en la gestión de comunidades, sino que actúa como facilitador de transacciones.
Administrador de fincas vs gestor inmobiliario: las diferencias clave
Para no confundirlos, podemos resumir las diferencias principales en cuatro puntos:
- Objetivo profesional:
Administrador: gestión interna y mantenimiento de inmuebles y comunidades.
Gestor: comercialización y transacciones inmobiliarias. - Marco legal:
Administrador: funciones reguladas por la Ley de Propiedad Horizontal.
Gestor: sin una ley específica, aunque sujeto a la normativa mercantil y de consumo. - Relación con el cliente:
Administrador: trato recurrente con propietarios y vecinos.
Gestor: relación puntual centrada en una operación. - Habilidades principales:
Administrador: organización, administración y conocimiento normativo.
Gestor: negociación, marketing y ventas.
¿Cuándo necesitas a un administrador y cuándo a un gestor?
La respuesta es sencilla: Si tu problema tiene que ver con la gestión de una comunidad de vecinos, cuotas, mantenimiento o normativa interna del edificio, llama a un administrador de fincas. Si, por otro lado, lo que quieres es vender, comprar o alquilar un inmueble, un gestor inmobiliario será tu mejor aliado.
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¡Que no te engañen! Ten siempre la diferencia presente
Aunque ambos profesionales comparten escenario —el sector inmobiliario—, su papel es distinto y complementario. Un buen administrador de fincas puede garantizar la buena gestión de tu comunidad, mientras que un gestor inmobiliario te ayudará a maximizar el valor de tu propiedad en el mercado.
Si en tu comunidad necesitáis una figura que gestione, no dudes en contactar con nuestros administradores de fincas, que trabajarán para optimizar los recursos de la comunidad de propietarios y ayudará a obtener los servicios de mayor calidad posible.