La gestión de una gran comunidad de propietarios acarrea numerosos trámites a tener en cuenta, y es por eso que la mayoría de fincas contratan a un administrador, que, aunque no es obligatorio, facilita el trabajo a los propietarios y garantiza un orden en la comunidad.
La figura del administrador en una comunidad: ¿es obligatoria?
El Artículo 13 de la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) española detalla los órganos de gobierno de una comunidad de propietarios, incluyendo el presidente, el vicepresidente (si procede), el secretario y el administrador. Pero no todos estos cargos son obligatorios en todas las circunstancias.
La figura del administrador, aunque recomendada, no es estrictamente obligatoria en todos los casos. El artículo 13.6 de la LPH dicta:
“La comunidad de propietarios podrá designar un administrador y, en su caso, sus funciones serán ejercidas por el presidente, salvo que los Estatutos o la Junta de Propietarios dispongan la contratación de un administrador profesional.”
Esto significa que, si la comunidad de propietarios no designa un administrador específicamente, las funciones administrativas pueden ser asumidas por el presidente de la comunidad. Este escenario es más frecuente en comunidades pequeñas, donde la carga de trabajo no justifica la contratación de un administrador profesional.
Por lo tanto, es cierto que no es obligatorio tener un administrador externo o un profesional designado como tal. La comunidad puede decidir que el presidente asuma estas funciones, siempre que así lo acuerden los propietarios en junta.
Las ventajas de contratar a un administrador de fincas
Contar con un administrador de comunidades de propietarios, incluso en aquellas que son pequeñas, puede ofrecer varias ventajas significativas para su buen funcionamiento:
- Conocimiento legal. Están al tanto de las leyes y regulaciones que afectan a las comunidades de propietarios, lo que ayuda a evitar problemas legales y a garantizar que la comunidad cumpla con todas las normativas.
- Acceso a recursos y redes. Los administradores de fincas suelen tener una red de contactos y recursos que pueden ser beneficiosos para la comunidad, como proveedores, abogados y otros profesionales del sector inmobiliario, así como información de primera mano de las subvenciones y ayudas a comunidades.
- Resolución de conflictos. Los administradores pueden actuar como intermediarios en la resolución de conflictos entre vecinos, ayudando a mantener un ambiente de convivencia armoniosa.
- Transparencia y control financiero, también a largo plazo. Un buen administrador llevará una contabilidad clara y detallada y ayuda a planificar y presupuestar proyectos a largo plazo, como grandes reparaciones o mejoras, asegurando que la comunidad esté preparada financieramente para estos gastos.
Huelga mencionar el ahorro de tiempo y esfuerzo que significa tener una empresa dedicada a la gestión de una finca.
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