Encontrar la hipoteca idónea para nuestra casa no es tarea fácil. Y más teniendo en cuenta la cantidad de terminología que resulta difícil de entender, bien porque el banco utiliza palabras demasiado enrevesadas, o bien porque los contratos tienen muchísima letra pequeña (literalmente) que apenas nos resulta legible.
El primer término que no debemos confundir es el propio concepto de hipoteca. Un préstamo hipotecario es un sinónimo de hipoteca pero un crédito hipotecario es algo totalmente distinto.
¿Qué es un crédito hipotecario?
Un crédito hipotecario es lo que siempre hemos llamado línea de crédito pero que tiene garantía hipotecaria en lugar de personal, coche, etc. En muchos lugares también lo verás definido como hipoteca abierta o crédito con garantía hipotecaria.
Este crédito se caracteriza porque la entidad bancaria pone a disposición del cliente una cierta cantidad de dinero del que puede disponer en cualquier momento. Utilizar ese dinero conlleva la devolución del mismo y el pago de intereses aplicable a la suma dispuesta. O, lo que es lo mismo, sólo pagamos intereses por el dinero que utilizamos y no por el importe total del crédito.
A pequeña escala y solamente para entenderlo mejor, podríamos comparar un crédito hipotecario con una tarjeta de crédito (por importe no tendrían nada que ver).
En las tarjetas siempre dispondrás de crédito máximo mensual a utilizar y, cuando lo empleas para financiar un producto, utilizas una parte y devuelves el dinero en cuotas a las que se les aplica un interés bastante elevado (en torno al 20%).
¿Qué diferencia hay entre crédito hipotecario y préstamo hipotecario?
En la siguiente tabla encontrarás las principales diferencias entre ambos tipos de financiación:
Crédito hipotecario | Préstamo hipotecario |
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Ambos tipos de financiación tendrán garantía hipotecaria. Esto implica que, en caso de impago, la entidad bancaria embargará el inmueble que se ha puesto como garantía. El uso que se le da a esa financiación, en cambio, no tiene por qué ser siempre la adquisición de un inmueble.
Hagamos números
Pongamos un ejemplo, si eres un autónomo y dispones de una línea de crédito de 50.000 €, un mes puedes utilizar 15.000 € para compra de mobiliario y, al cabo de otros seis meses, tener otro gasto de 5.000 € para compra de software.
Al final pagarás los intereses de mantenimiento de la línea más las cuotas (capital + intereses) aplicables a 20.000 €. Será más caro que un préstamo hipotecario pero tendrás más flexibilidad para utilizarlo cuando lo necesites.
(vía Sambla)
En cambio, un préstamo hipotecario implicaría conocer el importe total de la financiación que necesitarás. Si estimas que son 20.000 € entonces lo normal es que solicites un préstamo con garantía hipotecaria cerrado por ese importe. Tendrás intereses más bajos pero, para hacer frente a un gasto que no hayas podido prever, tendrás que negociar una ampliación de hipoteca.
Entonces, ¿qué opción elijo para financiar mi casa?
Las líneas de crédito son productos bastante utilizados por las empresas, que recurren a ellos solamente en caso de necesidad de liquidez adicional.
La clave del crédito hipotecario sería tenerlo para casos de necesidad y no utilizarlo como un préstamo. Su principal ventaja es que, una vez concedidos, ya no tienes que preocuparte de hacer las gestiones para obtener financiación para cada operación.
Para particulares que tienen por objetivo comprar una casa la opción más ventajosa es la del préstamo hipotecario. No solamente se pagan menos intereses, también permite realizar novaciones o subrogaciones de hipoteca para mejorar sus condiciones en el futuro.
Con el préstamo hipotecario podremos pagar cuotas pequeñas si acordamos plazos grandes y, en caso de querer reducir plazo, siempre podremos realizar una amortización.