La relación entre propietario e inquilino puede ser compleja, especialmente cuando surge la necesidad de enseñar la vivienda a potenciales compradores o nuevos arrendatarios. Esta situación puede generar tensiones y conflictos, por lo que es esencial conocer los obligaciones y derechos del arrendador y el arrendatario según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) y explorar estrategias para resolver estos desacuerdos de manera amistosa.
Derechos y obligaciones según la Ley de Arrendamientos Urbanos
La Ley de Arrendamientos Urbanos en España establece las normas que regulan la relación entre propietarios e inquilinos. En términos generales, una vez que una vivienda está alquilada, se convierte en el hogar del inquilino, lo que implica una serie de derechos de privacidad y uso exclusivo.
Derecho a la privacidad del inquilino
El inquilino tiene derecho a disfrutar de la vivienda de manera pacífica y sin interferencias. Esto significa que, salvo en casos de emergencia o de acuerdo con lo estipulado en el contrato, el propietario no puede entrar en la vivienda sin el consentimiento del inquilino.
El artículo 18 de la Constitución Española y el artículo 4 de la LAU protegen la intimidad y privacidad del hogar, limitando la capacidad del propietario para acceder al inmueble.
Acceso del propietario a la vivienda
La LAU permite al propietario entrar en la vivienda alquilada en situaciones específicas, como realizar reparaciones urgentes o inspeccionar el estado del inmueble, siempre y cuando se avise con antelación razonable y se obtenga el consentimiento del inquilino.
Sin embargo, mostrar la vivienda a futuros compradores o nuevos inquilinos no está considerado una razón urgente según la ley, y por lo tanto, requiere un acuerdo previo con el inquilino.
¿Qué puedo hacer para que mi inquilino me enseñe la vivienda?
Ante la negativa del inquilino a enseñar la vivienda, es fundamental mantener una comunicación abierta y buscar soluciones que beneficien a ambas partes. A continuación, presentamos algunas estrategias efectivas:
Negociación y acuerdos amistosos
La negociación es la herramienta más valiosa en estos casos. Explicar al inquilino las razones para mostrar la vivienda y cómo puede afectarle positivamente puede facilitar el proceso.
Ofrecer incentivos, como un descuento temporal en el alquiler o un horario flexible para las visitas, puede ser una forma efectiva de llegar a un acuerdo.
Incluir cláusulas en el contrato de alquiler
Una medida preventiva es incluir en el contrato de alquiler una cláusula específica que permita al propietario acceder a la vivienda en casos concretos, como para mostrarla a potenciales compradores o inquilinos. Aunque esto pueda generar desconfianza inicial, aclarar que las visitas se harán con previo aviso y en horarios convenientes para el inquilino puede mitigar esas preocupaciones.
Finalización del contrato de arrendamiento
Si la relación con el inquilino es tensa y no se puede llegar a un acuerdo, considerar la opción de no renovar el contrato al finalizar su término puede ser una solución. De esta manera, el propietario podrá volver a alquilar el piso o gestionar su venta sin impedimentos.
Es importante recordar que cualquier decisión debe estar fundamentada en la legalidad y comunicarse adecuadamente al inquilino para evitar conflictos mayores.
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