Todo cambia a un ritmo trepidante y el sector inmobiliario, por supuesto, no es una excepción. En este post os quiero hablar de un problema que escucho diariamente desde hace unos años: «Mi casa de campo costó mucho más dinero del que ahora voy a ganar vendiéndola. No la quiero malvender, ni tampoco regalar.» A todas estas dudas sobre vender una casa de campo quiero dar respuesta.
¿Por qué creemos que una vivienda no pierde valor?
Siempre se nos ha dicho que el “tocho” es un valor seguro. Pensamos siempre aumenta de valor y que es mejor comprar que alquilar. Pero, poco a poco se está comprobando que no es cierto del todo. Las casas que se construyeron unas décadas atrás fuera de las ciudades se han visto afectadas por la devaluación del precio de mercado. Suele tratarse de viviendas amplias con muchos metros cuadrados.
El problema es que hay demasiada oferta respecto la baja demanda y eso es debido al modus vivendi actual. Los propietarios se las venden porque sus hijos se han ido en las grandes urbes. La casa de campo es demasiado grande y costosa de mantener para ellos. Los jóvenes tienden a querer vivir en grandes ciudades, en búsqueda de mejores oportunidades laborales. En consecuencia, los padres acaban mudándose también a la ciudad para estar cerca de la familia. Hoy en día, tampoco compran segundas residencias para el veraneo, es más rentable pagar por semanas y estar donde te apetezca.
Esos son los motivos principales por los que las casas en la costa, en urbanizaciones, o poblaciones lejanas de las ciudades se están despoblando, y no haya compradores para todas las casas.
Entonces, ¿la casa de campo ya no se vende? ¿la casa de playa ya no se vende? ¿ni la de urbanización?
Por supuesto que sí, pero el comprador, al tener tanta oferta y poder escoger, tiene dos cosas muy claras:
- Que solo comprarán una vivienda que tenga un precio muy competitivo. Una propiedad en la que no tengan que hacer una gran inversión en reformas.
- Además, tan solo renunciarán a vivir en urbes para tener un más espacio amplio, un jardín y poder ahorrar dinero en la compra de una vivienda.
Se venden, sí, pero pocas.
Por eso ya puedes tener un palacio muy bonito, que si tu casa está en el medio de un desierto, cómo no pongas una autopista y agua para el camino, no llegará nadie a verla. Ni tampoco se quedarán a vivir si no les compensa el viaje de la autopista hacia la casa.
Es decir, aunque tu vivienda tenga unas buenas características y cualidades y haya compradores interesados en vivir en esa zona, si tu casa no tiene un precio de venta más bajo que la competencia, difícilmente se venderá. El precio tiene que ir acorde con las circunstancias actuales: gran oferta y poca demanda; de lo contrario no encontrarás comprador.
Sí sí, pero sigo mal vendiendo….
Por supuesto que no.
En un mercado competitivo con tanta oferta tienes que considerar algunos puntos antes de empezar el proceso de venta. Plantéate si preferirías alquilar, rentabilizar por temporadas o si realmente lo que buscas es vender. En este último caso, el precio deberá adaptarse al mercado actual sea cual sea el precio en que la compraste.
Sé que es complicado. Muchos pensaréis que es regalarla con los precios actuales, que vendrá alguien y se enamorará de la casa, que todas las otras tienen precios más altos… El problema es que poniendo a la venta las propiedades a un precio muy superior a su valor en el mercado estamos creando una burbuja especulativa. Volviendo al ejemplo anterior, querer vender una casa fuera de la ciudad demasiado cara es estar en el desierto esperando un caminante que nunca llegará por falta de la autopista y el agua que le anime durante el camino.